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Coche accidentado en la carretera EX-206 entre Cáceres y Miajadas.
La Ruta 206 o de la muerte

La Ruta 206 o de la muerte

La Carretera de Medellín acabará siendo la Autovía de Miajadas

J. R. Alonso de la Torre

Martes, 27 de junio 2017, 17:48

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Yo nací en la carretera de la muerte. Exactamente donde empezaba y donde empieza: en la avenida de Antonio Hurtado. Eso siempre se ha llamado en Cáceres la carretera de Medellín. Cuando nací, la avenida era calle, partía como hoy de la Cruz de los Caídos y, a partir del edificio que hoy alberga la sede del PP, estaba llena de cocheras de transportes: Cillán, Cerro, Abajo...

En la carretera de Medellín, había mucho movimiento de camiones y, de vez en cuando, pasaba algún coche de aquellos que se encendían con una manivela. También se veían motocarros y, cuando el obispo Llopis impulsó la barriada que lleva su nombre, asomarse al balcón al atardecer te permitía asistir a una procesión de albañiles en bicicleta, que regresaban de las obras de El Carneril y convertían Antonio Hurtado en una calle pekinesa. También era un camino de trashumancia porque la estación de ferrocarril antigua estaba al lado y los rebaños de ovejas recorrían la calle para ir a embarcar en los trenes que iban hacia el norte.

Hoy, nadie llama a esta avenida carretera de Medellín, fundamentalmente porque conduce más bien hasta Miajadas, pero para los veteranos, sigue llamándose así, aunque se haya convertido en China Street en su primer tramo, continuando con su vocación pekinesa, y sea una avenida de colegios e institutos en su segundo tramo.

Aunque lo más triste de todo no es que la calle donde nací haya perdido su curioso nombre, ni que hayan dejado de pasar las ovejas y de circular los motocarros y los colches de manivela. Lo más triste es que los cacereños más jóvenes se referían a ella como la carretera de las torres porque los llevaba a Torreorgaz, Torrequemada, Torremocha y Torre de Santa María, pero tras los últimos accidentes mortales, el apelativo se ha vuelto trágico y ha pasado a llamarse la Carretera de la Muerte.

La EX-206 lleva años siendo una carretera incómoda. Hay que cruzar seis pueblos hasta llegar a Miajadas (66 kilómetros) y todos están llenos de antipáticos reductores de velocidad de esos que en España se llaman guardias tumbados; en Bolivia, rompemuelles; en Venezuela, policía acostado y en Argentina, lomo de burro.

Los radares policiales son habituales a lo largo de la ruta y las limitaciones de velocidad y los cruces son frecuentes. Esto provoca una conducción muy extraña, una especie de represión-expansión que lleva a los conductores a extremar la prudencia y la lentitud para evitar romper los muelles, como también dicen en Perú, no ser multados y no llevarse un susto en los cruces.

El problema es que, nada más salir de Cáceres saturados de semáforos y de rotondas, llegan unas rectas largas, que invitan a la expansión y a dejarse llevar tras tanto autocontrol. Es decir, aceleramos, nos relajamos, nos vence el sueño o nos puede el despiste antes de frenar al llegar al peligroso cruce de Sierra de Fuentes o al primer pueblo: Torreorgaz.

Es en ese tramo, desde la salida de Cáceres (ahí murieron unas jóvenes hace pocos años) hasta el cruce de Sierra de Fuentes (dos accidentes mortales en las últimas semanas), donde han sucedido los sucesos que han cambiado el nombre de Carretera de Medellín a Carretera de la Muerte.

Las cifras de tráfico quizás no sean suficientes para convertirla en autovía, pero acabarán siéndolo. Gran parte de los vecinos de los pueblos de la ruta tremenda trabajan en Cáceres, el movimiento de mercancías, viajeros y camiones entre Cáceres y Miajadas, Don Benito y Villanueva de la Serena es cada vez mayor. Tardará más o menos, pero el destino de la carretera de Medellín es convertirse en la autovía de Miajadas.

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