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Cementerio durante una jornada en el Día de Todos los Santos.
El cementerio: un viaje de reencuentro con el pasado

El cementerio: un viaje de reencuentro con el pasado

‘Alma dormida despierta, pendiente está de un momento, la eternidad que les espera, de placeres o tormentos’

ANTONIO GUTIERRO

Martes, 28 de noviembre 2017, 12:23

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El recuerdo que de niños teníamos de los cementerios eran esos lugares que si pasabas de día por ellos no te impresionaban nada, pero si la cosa era de noche o al oscurecer ya no se desataba la risa sino las prisas. El mentarte algo que tuviera lugar con las tapias así, tapias, no paredes o con la puerta del cementerio, por sí mismo, ya era algo un tanto tenebroso. Del cementerio de Miajadas me quedan como recuerdos de mi niñez el pozo de la Fuente Larga con sus pilas de piedra berroqueña alrededor, algún trozo de grana verde y el jolgorio de las mujeres sacando agua del pozo con aquellos cubos de zinc con una herradura al costado para que el volquete fuera automático.

Tiempos en los que se echaba un primer, un segundo y, a veces, un tercer grano a la ropa que cada cual llevaba. La algarabía y las voces de las lavanderas contrastaban con la sempiterna quietud y silencio del cementerio, alegrado, eso sí, con los trinos y vuelos de los pájaros que moraban en olivos e higueras de alrededor. También recuerdo el pequeño cementerio, separado del nuevo por un tabique y con una puerta de entrada específica para protestantes y para todo aquél que había decidido quitarse la vida por los medios habituales en la zona, ahorcándose de algún sitio o echándose a un pozo lleno de agua.

También recuerdo la placa con una inscripción que decía Alma dormida despierta, pendiente está de un momento, la eternidad que les espera, de placeres o tormentos. ¿O falla la memoria? Hoy la cosa es distinta, siempre que voy le visito sin prisas. No sé por qué, pero es un sitio que desprende paz.

Apellidos que se repiten

Como pasa en todos los pueblos enraizados hay apellidos típicos que se repiten. Todos los conocemos como inequívocamente provenientes de Miajadas, el mío entre ellos. Allí están muchas ilusiones enterradas, muchas soberbias cortadas de raíz y también mucha historia. Hacer el recorrido acompañado por una persona nacida y vivida siempre en Miajadas, leer las inscripciones de las lápidas y contemplar las fotografías, es hacer un repaso por la historia contemporánea del pueblo, es conocer la historia de gentes e incluso sagas.

En algunos casos es volver a revivir experiencias, muchas, de vidas compartidas, de espacios, de colores, de aromas, de juegos. En otros, debido a las explicaciones de mi acompañante, es enterarse de vida y milagros de personas que sólo conocía de oídas. Visitar el cementerio del pueblo es, de alguna manera, reencontrarse con el pasado y con sus moradores.

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