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Caravana de coches en protesta por el cierre del comercio y hostelería recorriendo la avenida Trujillo en Miajadas C.G.F.
Las bocinas de los empresarios de Miajadas inundan la localidad

Las bocinas de los empresarios de Miajadas inundan la localidad

economía ·

Alrededor de un centenar de vehículos han recorrido esta mañana las calles miajadeñas durante más de una hora para decir «Basta»

Martes, 19 de enero 2021, 23:37

Los empresarios de Miajadas han inundado hoy la localidad con las bocinas de sus coches enviando un mensaje muy claro: «Queremos trabajar», uniéndose a las manifestaciones convocadas hoy en numerosos municipios extremeños en protesta por el cierre de la hostelería y el comercio considerado no esencial.

Alrededor de un centenar de vehículos, 'armados' con globos blancos y carteles en los que reivindican que ellos no son los culpables de los contagios, han recorrido esta mañana las calles miajadeñas durante más de una hora en una caravana controlada por Policía Local y Guardia Civil. Y lo han hecho para hacerse oír, para defender su derecho al trabajo y para decir «Basta».

Hosteleros y comerciantes han recibido el apoyo de compañeros y vecinos que, bien les han acompañado, bien les han apoyado al verles pasar, pitándoles desde otros coches o aplaudiéndoles desde las aceras. Y es que, sino todo, una gran parte de Miajadas está volcado con la red empresarial local, pidiendo su reapertura.

Manifiesto

Los vehículos llevaban globos blancos y carteles reivindicativos C.G.F.

Tras finalizar la protesta, la presidenta de la Asociación de Comerciantes y Empresarios de Miajadas, Raquel Sánchez, ha procedido a la lectura de un manifiesto.

«Tras una vida de lucha al frente de nuestros negocios, nos encontramos con la situación de la pandemia, entendiendo que doblegarla era un ejercicio de responsabilidad de todos, los colectivos que aquí nos integramos, hemos acatado, colaborado y luchado, sacando fuerzas de donde ya no quedaban, para conseguir llegar a una meta.

En este camino hemos visto caer a muchos compañeros, extinguiendo negocios familiares junto con sus sudores y echándose en brazos de un futuro negro por incierto. Hemos visto cerrar persianas, esas que tanto le duelen a nuestro presidente, a sabiendas que tras ese acto de desesperación no esperaba ninguna recompensa, sino más bien burocracias e impedimentos, porque la desesperación suele acarrear errores.

Cuando oímos a nuestros dirigentes decir que nos entienden, contestamos que «nosotros a ellos no». ¿Cómo se puede entender a alguien con el que no se habla? ¿Cómo se puede sentir el dolor que no te duele? ¿Cómo se puede caminar de la mano de alguien que no percibe tu presencia?

Hoy somos más fuertes, porque nos hemos unido para reclamar algo esencial: queremos trabajar, pero no a costa de la salud, ni con privilegios de ningún tipo. Queremos reducción de la presión fiscal, en la misma medida que se reduce la capacidad de trabajo, queremos que los empleos se mantengan, pero no a costa exclusivamente de nosotros, queremos que la actividad resurja, pero cuando nos garanticen que nuestra ocupación será hacer lo que sabemos trabajar con ilusión y entrega.

Hoy, más que nunca, somos todos autónomos, y somos muchos, y somos empleadores, y somos la mayor fuente de riqueza de todas nuestras tierras. Pedimos auxilio porque nos estamos muriendo, indemnizaciones por inactividad, porque no tenemos recursos, exenciones fiscales, porque no podemos pagar impuestos por una actividad que no ejercemos, planes de futuro, para plantear la estrategia de negocio.

Sobre todo queremos diálogo, para llegar a soluciones. Tendemos la mano a la administración para que juntos reconstruyamos la economía local y regional, porque unidos podremos conseguirlo.

Nosotros no somos un problema, somos parte de la solución».

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