Algunos vecinos de todas las generaciones se reúnen por la tarde para conversar en el Parque de la Fuente HOY

Casar de Miajadas vive la nueva normalidad sin fiestas pero con ambiente

Sociedad ·

El 25 de julio se celebró la misa en honor al santo y el bar ofreció una paella para los clientes, algo simbólico para los vecinos en este verano tan diferente

Domingo, 23 de agosto 2020, 19:48

Casar de Miajadas vive un verano atípico condicionado por el Covid-19, de hecho hace tan sólo unos días registraba el primer positivo en la localidad desde el comienzo de la pandemia. Esta época estival la pedanía miajadeña no ha podido celebrar sus fiestas patronales, como sus vecinos de Alonso de Ojeda y Miajadas, pero pueden decir que el pueblo disfruta de un buen ambiente.

Aunque el Ayuntamiento no organizó ninguna actividad por las Fiestas de Santiago, que habrían tenido lugar el 24, 25 y 26 de julio, la tradicional misa en honor a Santiago sí se celebró, eso sí, con todas las medidas de seguridad tomadas por la parroquia y con el permiso correspondiente. El bar del pueblo, por su parte, ofreció a sus clientes una paella en la terraza, que ha sido ampliada para poder guardar las distancias perfectamente, como cuenta la alcaldesa pedánea, Isabel Mera: «Se han puesto en la terraza, en lugar de mesas y sillas, unos bidones, de forma que no se pueden mover y así siempre se respetarán las distancias. Todo fue bien, muy organizado, la gente está bastante concienciada, y los clientes pudieron disfrutar de ello. Fue algo simbólico».

Isabel define el Casar como un pueblo de paso donde para mucha gente de fuera, lo que le da ambiente a diario, por ejemplo de Torviscal, que no tiene los bares abiertos; de Pizarro, donde sólo abren los fines de semana; trabajadores de Miajadas que tienen tierras cerca, o el puesto de los melones, que es muy conocido y donde acude mucha gente a comprar. «Eso es lo que quizás también nos da un poco de miedo, el que pasen por aquí tantas personas. De todos modos en el bar está el cartel puesto de mascarilla obligatoria y se respeta. La gente está tranquila, comenzamos la nueva normalidad bastante bien, pero claro, ahora estamos volviendo hacia atrás, y eso asusta», explica.

La alcaldesa reconoce que se ha sorprendido gratamente con la forma de actuar de cada vecino: «Todos son muy responsables, tanto adultos como niños y adolescentes. Nosotros estamos muy cerca de Don Benito, allí se ha puesto la situación complicada también, y no veo que viajen tanto para salir allí como lo hacían antes. Se ha visto que todo el mundo puede contagiarse del virus, ya no es sólo algo de las personas mayores».

Sin embargo, la controversia de la mascarilla sí que existe como en otros sitios, ya que la mayoría se la pone, pero siempre hay alguien que no la lleva puesta como debería. Eso sí, agradecen que en el campo no se obligatoria, ya que con estas temperaturas que sufre la región desde el 3 de julio es imposible para los agricultores aguantar con ella puesta toda la jornada, aunque a algunos se les olvide al bajarse del coche y tengan que volver a por ella.

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Vuelta al colegio

La mayor preocupación ahora llega con septiembre y con la vuelta al colegio, aunque en Casar de Miajadas no tienen problema: «Hay cinco aulas independientes, aquí se llamaban 'artesanías' antiguamente, y hay poquitos niños, calculo que este curso habrá unos veinte como mucho en todo el colegio. Sin embargo, los vecinos que llevan a los niños a los colegios de Miajadas sí que se preguntan cómo afrontar la situación», comenta Isabel. Y añade: «Otro curso desde casa lo veo insostenible. Mis hijos son mayores, responsables, pero pienso en esos padres que tienen niños o adolescentes en esa edad difícil y les entiendo».

Y es que no hace tanto tiempo que han vivido esa situación, y para la mayoría repetirla sería horrible, rememora la alcaldesa casareña: «Recuerdo que al principio no sabíamos cómo actuar en nada, la gente no tenía información, y me preguntaban como alcaldesa pedánea. Semanalmente manteníamos una reunión por videollamada con el gobierno de Miajadas, al menos para poder tranquilizar a la población e informarles en lo que pudiéramos y, poco a poco, se fue normalizando la situación. Aquí en el Casar organizamos un grupo y nos traían la compra a domicilio desde Miajadas, salir a la calle y ver así el pueblo parecía una película».

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Aun así dan gracias por no haber tenido que cerrar ninguna empresa del pueblo, ya que el 80% son agricultores, y los albañiles sólo pararon la semana obligatoria. El bar sí que lo ha pasado mal, pero cuenta que, desde que pudo reabrir, la gente lo cogió con muchas ganas y hay clientes todos los días.

A pesar de todo, Isabel reconoce que tiene sus esperanzas puestas en la vacuna y pide a los vecinos paciencia: «El miedo es libre, pero no tengáis miedo, esto tiene que pasar y pasará. Nunca lo vamos a olvidar, pero que se quede en nuestra memoria como un mal recuerdo, un mal sueño».

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