El centro de Miajadas, ese lugar privilegiado donde ver y ser visto

Cuando uno vive a muchos kilómetros de su pueblo -800 en mi caso- tiende uno a idealizarlo, a él y a sus gentes, pero cuando te vas acercando más a menudo esa idealización decae. Algo parecido a cuando te entusiasmas con una voz en la radio o la ilusión de los amores que pierde ímpetu cuando la cotidianidad los arrumba.

Soy de los que no se desentiende de su pueblo, procuro seguir su cotidianidad a través de los nuevos canales de comunicación pero, claro, no es lo mismo que vivir su día a día. Cuando me acerco por allá tengo la sensación de ser visto como un turista e incluso yo mismo tengo esa rara sensación de, efectivamente, ser un turista en donde en otro tiempo ha vivido uno.

En todo caso, queridos paisanos, esa cierta mirada de visitante ocasional te permite percibir con más nitidez las novedades y los cambios a lo largo del tiempo, con otra perspectiva que el que vive su día a día. Ya saben, los árboles no dejan ver el bosque.

Tengo la sensación de que el llamado «centro del pueblo» es como una antigua bella mujer que conforme los años han ido pasando la han ido abandonando sus pretendientes y admiradores hasta el punto de sentirse olvidada y sin ese halo de atracción que genera la belleza a su alrededor.

Lo cierto y verdad es que la consecuencia de todo ello es que ese centro, esa antigua bella mujer, ha perdido interés, casi todos la han abandonado y, evidentemente, sus razones habría. Se han ido al extrarradio, las actividades industriales y buena parte de las comerciales, colegios e instituto, ambulatorio, todas las instalaciones deportivas, casa de cultura, ahora el mercadillo, estación de autobuses, la mayoría de las casas de nueva construcción, incluso una iglesia, la feria de agosto, tanatorios, hoteles, restaurantes. Menos mal que la iglesia de Santiago y el edificio consistorial siguen en su sitio.

En la pasada campaña electoral municipal he comprobado que varios candidatos se han referido a ese «abandono» del centro, ojalá y acierten con sus medidas. El centro es ese lugar privilegiado donde ver y ser visto, es un lugar de socialización, es necesario para hacer comunidad, es menester llenarlo de actividad, de vida, de contenido. A esa vieja dama no se la debe abandonar, ha de seguir teniendo atractivo ¡Ojalá así sea!