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Las copas fuera de casa y en buena compañía siempre saben mejor

Domingo, 21 de junio 2020, 14:11

Los españoles echaban de menos los bares, los extremeños las cañas con sus tapitas, y los miajadeños el trato con los dueños de los bares, casi todos vecinos al fin y al cabo. El ambiente de la localidad ha cambiado radicalmente en cuanto las terrazas han vuelto a inundar las calles, llenas por supuesto. Los vecinos de Miajadas han respondido muy bien a la reapertura de la hostelería, lo echaban de menos y, aunque con un poco de miedo al principio, poco a poco van saboreando con más tranquilidad el gusto de una cerveza bien fría, un buen vino, un refresco o una copa en la mejor compañía, esa de la que no pudieron disfrutar en dos meses.

CELIA GARCÍA
Los españoles echaban de menos los bares, los extremeños las cañas con sus tapitas, y los miajadeños el trato con los dueños de los bares, casi todos vecinos al fin y al cabo. El ambiente de la localidad ha cambiado radicalmente en cuanto las terrazas han vuelto a inundar las calles, llenas por supuesto. Los vecinos de Miajadas han respondido muy bien a la reapertura de la hostelería, lo echaban de menos y, aunque con un poco de miedo al principio, poco a poco van saboreando con más tranquilidad el gusto de una cerveza bien fría, un buen vino, un refresco o una copa en la mejor compañía, esa de la que no pudieron disfrutar en dos meses.
Los españoles echaban de menos los bares, los extremeños las cañas con sus tapitas, y los miajadeños el trato con los dueños de los bares, casi todos vecinos al fin y al cabo. El ambiente de la localidad ha cambiado radicalmente en cuanto las terrazas han vuelto a inundar las calles, llenas por supuesto. Los vecinos de Miajadas han respondido muy bien a la reapertura de la hostelería, lo echaban de menos y, aunque con un poco de miedo al principio, poco a poco van saboreando con más tranquilidad el gusto de una cerveza bien fría, un buen vino, un refresco o una copa en la mejor compañía, esa de la que no pudieron disfrutar en dos meses.

Los españoles echaban de menos los bares, los extremeños las cañas con sus tapitas, y los miajadeños el trato con los dueños de los bares, casi todos vecinos al fin y al cabo. El ambiente de la localidad ha cambiado radicalmente en cuanto las terrazas han vuelto a inundar las calles, llenas por supuesto. Los vecinos de Miajadas han respondido muy bien a la reapertura de la hostelería, lo echaban de menos y, aunque con un poco de miedo al principio, poco a poco van saboreando con más tranquilidad el gusto de una cerveza bien fría, un buen vino, un refresco o una copa en la mejor compañía, esa de la que no pudieron disfrutar en dos meses.

CELIA GARCÍA
Los españoles echaban de menos los bares, los extremeños las cañas con sus tapitas, y los miajadeños el trato con los dueños de los bares, casi todos vecinos al fin y al cabo. El ambiente de la localidad ha cambiado radicalmente en cuanto las terrazas han vuelto a inundar las calles, llenas por supuesto. Los vecinos de Miajadas han respondido muy bien a la reapertura de la hostelería, lo echaban de menos y, aunque con un poco de miedo al principio, poco a poco van saboreando con más tranquilidad el gusto de una cerveza bien fría, un buen vino, un refresco o una copa en la mejor compañía, esa de la que no pudieron disfrutar en dos meses.
Los españoles echaban de menos los bares, los extremeños las cañas con sus tapitas, y los miajadeños el trato con los dueños de los bares, casi todos vecinos al fin y al cabo. El ambiente de la localidad ha cambiado radicalmente en cuanto las terrazas han vuelto a inundar las calles, llenas por supuesto. Los vecinos de Miajadas han respondido muy bien a la reapertura de la hostelería, lo echaban de menos y, aunque con un poco de miedo al principio, poco a poco van saboreando con más tranquilidad el gusto de una cerveza bien fría, un buen vino, un refresco o una copa en la mejor compañía, esa de la que no pudieron disfrutar en dos meses.

Los españoles echaban de menos los bares, los extremeños las cañas con sus tapitas, y los miajadeños el trato con los dueños de los bares, casi todos vecinos al fin y al cabo. El ambiente de la localidad ha cambiado radicalmente en cuanto las terrazas han vuelto a inundar las calles, llenas por supuesto. Los vecinos de Miajadas han respondido muy bien a la reapertura de la hostelería, lo echaban de menos y, aunque con un poco de miedo al principio, poco a poco van saboreando con más tranquilidad el gusto de una cerveza bien fría, un buen vino, un refresco o una copa en la mejor compañía, esa de la que no pudieron disfrutar en dos meses.

CELIA GARCÍA
Los españoles echaban de menos los bares, los extremeños las cañas con sus tapitas, y los miajadeños el trato con los dueños de los bares, casi todos vecinos al fin y al cabo. El ambiente de la localidad ha cambiado radicalmente en cuanto las terrazas han vuelto a inundar las calles, llenas por supuesto. Los vecinos de Miajadas han respondido muy bien a la reapertura de la hostelería, lo echaban de menos y, aunque con un poco de miedo al principio, poco a poco van saboreando con más tranquilidad el gusto de una cerveza bien fría, un buen vino, un refresco o una copa en la mejor compañía, esa de la que no pudieron disfrutar en dos meses.
Los españoles echaban de menos los bares, los extremeños las cañas con sus tapitas, y los miajadeños el trato con los dueños de los bares, casi todos vecinos al fin y al cabo. El ambiente de la localidad ha cambiado radicalmente en cuanto las terrazas han vuelto a inundar las calles, llenas por supuesto. Los vecinos de Miajadas han respondido muy bien a la reapertura de la hostelería, lo echaban de menos y, aunque con un poco de miedo al principio, poco a poco van saboreando con más tranquilidad el gusto de una cerveza bien fría, un buen vino, un refresco o una copa en la mejor compañía, esa de la que no pudieron disfrutar en dos meses.

Los españoles echaban de menos los bares, los extremeños las cañas con sus tapitas, y los miajadeños el trato con los dueños de los bares, casi todos vecinos al fin y al cabo. El ambiente de la localidad ha cambiado radicalmente en cuanto las terrazas han vuelto a inundar las calles, llenas por supuesto. Los vecinos de Miajadas han respondido muy bien a la reapertura de la hostelería, lo echaban de menos y, aunque con un poco de miedo al principio, poco a poco van saboreando con más tranquilidad el gusto de una cerveza bien fría, un buen vino, un refresco o una copa en la mejor compañía, esa de la que no pudieron disfrutar en dos meses.

CELIA GARCÍA
Los españoles echaban de menos los bares, los extremeños las cañas con sus tapitas, y los miajadeños el trato con los dueños de los bares, casi todos vecinos al fin y al cabo. El ambiente de la localidad ha cambiado radicalmente en cuanto las terrazas han vuelto a inundar las calles, llenas por supuesto. Los vecinos de Miajadas han respondido muy bien a la reapertura de la hostelería, lo echaban de menos y, aunque con un poco de miedo al principio, poco a poco van saboreando con más tranquilidad el gusto de una cerveza bien fría, un buen vino, un refresco o una copa en la mejor compañía, esa de la que no pudieron disfrutar en dos meses.
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CELIA GARCÍA
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CELIA GARCÍA
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CELIA GARCÍA
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CELIA GARCÍA
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CELIA GARCÍA
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CELIA GARCÍA
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CELIA GARCÍA
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CELIA GARCÍA
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Los españoles echaban de menos los bares, los extremeños las cañas con sus tapitas, y los miajadeños el trato con los dueños de los bares, casi todos vecinos al fin y al cabo. El ambiente de la localidad ha cambiado radicalmente en cuanto las terrazas han vuelto a inundar las calles, llenas por supuesto. Los vecinos de Miajadas han respondido muy bien a la reapertura de la hostelería, lo echaban de menos y, aunque con un poco de miedo al principio, poco a poco van saboreando con más tranquilidad el gusto de una cerveza bien fría, un buen vino, un refresco o una copa en la mejor compañía, esa de la que no pudieron disfrutar en dos meses.

CELIA GARCÍA
Los españoles echaban de menos los bares, los extremeños las cañas con sus tapitas, y los miajadeños el trato con los dueños de los bares, casi todos vecinos al fin y al cabo. El ambiente de la localidad ha cambiado radicalmente en cuanto las terrazas han vuelto a inundar las calles, llenas por supuesto. Los vecinos de Miajadas han respondido muy bien a la reapertura de la hostelería, lo echaban de menos y, aunque con un poco de miedo al principio, poco a poco van saboreando con más tranquilidad el gusto de una cerveza bien fría, un buen vino, un refresco o una copa en la mejor compañía, esa de la que no pudieron disfrutar en dos meses.
Los españoles echaban de menos los bares, los extremeños las cañas con sus tapitas, y los miajadeños el trato con los dueños de los bares, casi todos vecinos al fin y al cabo. El ambiente de la localidad ha cambiado radicalmente en cuanto las terrazas han vuelto a inundar las calles, llenas por supuesto. Los vecinos de Miajadas han respondido muy bien a la reapertura de la hostelería, lo echaban de menos y, aunque con un poco de miedo al principio, poco a poco van saboreando con más tranquilidad el gusto de una cerveza bien fría, un buen vino, un refresco o una copa en la mejor compañía, esa de la que no pudieron disfrutar en dos meses.

Los españoles echaban de menos los bares, los extremeños las cañas con sus tapitas, y los miajadeños el trato con los dueños de los bares, casi todos vecinos al fin y al cabo. El ambiente de la localidad ha cambiado radicalmente en cuanto las terrazas han vuelto a inundar las calles, llenas por supuesto. Los vecinos de Miajadas han respondido muy bien a la reapertura de la hostelería, lo echaban de menos y, aunque con un poco de miedo al principio, poco a poco van saboreando con más tranquilidad el gusto de una cerveza bien fría, un buen vino, un refresco o una copa en la mejor compañía, esa de la que no pudieron disfrutar en dos meses.

CELIA GARCÍA
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CELIA GARCÍA
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CELIA GARCÍA
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