Desde la distancia: «Echo en falta en la feria un concurso gastronómico con el tomate como ingrediente principal»
OPINIÓN ·
Recuerdo que la feria de antes eran tres días seguidos con mil y un cacharritos repartidos por la antigua carretera desde el cine Otero hasta la empresa Fernández
ANTONIO GUTIERRO CALVO
Domingo, 1 de septiembre 2024, 14:46
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De niño creía que Dios era un anciano corpulento y poderoso que vivía en el cielo; más fuerte que nadie y con poderes mágicos. No es que pensara que la Feria de Agosto de nuestro pueblo fuera algo parecido, en cuanto a grandiosidad, pero… tenía su aquél. Nada más y nada menos que tres días seguidos de feria con mil y un cacharritos repartidos por lo que se llamaba la antigua carretera que iban desde el cine Otero hasta la empresa Fernández, con aquellas ruedas llenas de cartuchos de pólvora que se hacía estallar a modo de cohetes, más los bailongos que se hacían en el parque que por aquellos entonces no tenían césped verde como ahora y solo había 'nogalitos' en los bordes.
No me acuerdo la última vez que he estado en la Feria de Agosto, sí por el contrario tengo más recuerdo de la Feria de Abril -desaparecida en combate- evocando aquellas barquitas, la tómbola correspondiente, los altramuces, los garbanzos tostados y alguna cosa más. Tal vez lo recuerde más porque con unos siete años me tocó una cama que se rifaba y creo que fue el número 205 ¡Qué cosas! Creo que fui el niño más famoso del pueblo.
Hoy, siguiendo el Programa de Ferias y Fiestas que alguien tiene la gentileza de hacerme llegar, te percatas que, como es natural, todo ha cambiado en cuanto a programas e incluso a ubicación física. Lo que antes se llevaba a cabo en el centro del pueblo se ha trasladado todo a las afueras al llamado 'ferial'. El centro del pueblo se ha quedado para ver, ser visto y poco más, nada que objetar, es una de las cosas principales para lo que sirven las fiestas de los pueblos.
Por lo demás echo en falta que en un pueblo que se autodenomina 'capital europea del tomate', nada más y nada menos, no haya ningún concurso gastronómico que lleve como ingrediente fundamental esa fruta. No hay pueblo que se precie que en sus fiestas no se haga un concurso a partir de su producto gastronómico estrella.
Por estas tierras lo normal es que quienes se presenten a esos concursos gastronómicos sean hombres, el bacalao al pilpil, los txipirones en su tinta, las sopas de ajo, el marmitako, están a la orden del día en las fiestas populares. Es una forma de promocionar el producto de cercanía.
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