Desde la distancia: «¡12 hectáreas de suelo industrial para la futura fábrica de almendras!»

Confieso que no me lo creía, que me parecía un error de escritura. Es lo que me ocurrió cuando vi que el Ayuntamiento de nuestro pueblo ponía a disposición de unos determinados inversores 12 hectáreas de terreno (el equivalente a 12 campos de fútbol) en el polígono industrial, perfectamente equipado con los servicios correspondientes, para la instalación de una determinada industria que iba a generar treinta puestos de trabajo fijos. Tal era mi incredulidad que llamé a la autora del reportaje periodístico en el HOY Miajadas para indicarle que posiblemente se habría equivocado y que quizás lo cierto serían 1,2 hectáreas. Ante mi insistencia me sacó de mi error y me dijo que no, que eran 12 hectáreas. Todo aquello me parecía una auténtica desmesura ¡12 hectáreas de suelo industrial para la creación de 30 puestos de trabajo, en los que es de suponer que parte de ellos no serán ocupados por vecinos del municipio!

Mi incredulidad estaba motivada porque por estas tierras del norte, concretamente Guipúzcoa, en donde el terreno industrial bien dotado de servicios es tan caro por la orografía, y por la carestía del suelo en sí ya sea industrial o urbano, no es lo habitual que noticias como esa se produjeran. Es más, sería criticada esa forma de proceder como mal administrador de bienes públicos. Concretamente un día de estos viene en el periódico regional la siguiente noticia en primera página: 'Las empresas de Guipúzcoa denuncian la falta de suelo industrial para crecer o atraer inversiones. Las firmas tienen problemas para expandirse, cambiar de ubicación o adecuar sus instalaciones'.

Con estas líneas no quiero, en absoluto, criticar la acción del consistorio municipal de nuestro pueblo, ni muchísimo menos. Es de suponer que los responsables municipales son conocedores de las necesidades de nuestro querido Miajadas y que, sin duda, han hecho lo más conveniente para el bienestar de nuestros paisanos.

Lo único que quiero reflejar en estas líneas es la diferente forma de enfocar las cosas según esté ubicado uno en un determinado sitio de la geografía española o en otro. Lo que en un lugar sería duramente criticado y, sin duda, no llegaría a materializarse la inversión por despilfarradora, en otro, me imagino, habrá sido aplaudida y alabada.

No hay duda, ¡todo depende del color del cristal con que se mira, o desde la atalaya a la que uno se encarama!

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