Desde la distancia: «La Iglesia tiene derecho y deber de evitar cualquier rito que pueda llevar a confusión»

Hay un refrán español que dice algo así como 'No hay mal que por bien no venga'. Viene a cuento esta expresión con motivo del pequeño -o gran- 'revuelo' que se ha montado con motivo de una determinada bendición acontecida en la iglesia de Belén días pasados. Y digo 'mal' en el sentido de desconocimiento de las normas eclesiales y 'bien' por la posibilidad de subsanarlo. Seguramente habría sido un acto que hubiera pasado completamente desapercibido para el común de la feligresía católica, excepción hecha de los receptores de la bendición, familiares y amigos, además del señor cura, como es lógico.

Pero he aquí que alguien, con la intención que fuera, ha hecho públicas unas fotos y la cosa ha saltado a la opinión pública. Tal hecho ha dado pie para que unos y otros se hayan lanzado al ágora pública con la necesidad de expresar su opinión.

La Iglesia, entendida como una organización humana, tiene más de 2.000 años de historia y tiene sus normas que afectan a todos los creyentes. Lo contrario sería una religión a la carta. Las fundamentales en relación al caso que ocupa de la bendición están al alcance de cualquiera en internet y son las siguientes: «Humanae Vite de 1968, en la que se viene a decir que el acto sexual solo está permitido dentro del matrimonio. La Bendiciun de 2020, en la que se explica qué se entiende por bendición. Responsun de 2021, en la que se responde a si la Iglesia dispone del poder para impartir la bendición a uniones de personas del mismo sexo. La Fiducia supplicans de 2023, en la que se recoge el modo y manera de impartir la bendición a parejas 'en situaciones irregulares' y a las parejas del mismo sexo. Y, por último, la nota de prensa sobre la recepción Fiducia supplicans de 2024, en la que se recoge que 'la Iglesia tiene el derecho y el deber de evitar cualquier tipo de rito que pueda contradecir o llevar a cualquier confusión', que al parecer es lo que ha ocurrido, puesto que el oficiante lo ha reconocido cuando dice que 'admito el pecado' y 'las normas dicen que debe de ser algo privado, sin gente'.

Quizás sería deseable que se hiciera llegar a la ciudadanía católica los porqués de tal actuación, puesto que es previsible que pueda haber, en términos católicos, otras parejas que lo demanden.

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