Desde la distancia: «Los pinchazos tienen la intención de asustar, en España no se ha encontrado ni un solo caso con secuelas de sustancias químicas»

El ser humano necesita creer en algo, no soporta la duda, necesita certezas. Si no las tiene se las inventa, necesita encontrar alguna explicación a las cosas. Todos hemos dicho alguna vez eso de «no tengo ni idea, pero yo creo que…» Alguien dijo en su momento que «Hay mucha gente que no cree en Dios, pero a renglón seguido está dispuesto a creer en cualquier cosa». Esas 'certezas' te permiten andar por la vida con algo más de tranquilidad, es como un bastón en el que apoyarnos, sin él nos sentimos inseguros, nos balanceamos.

Es lo que ha pasado recientemente, y aún pasa, con lo del 'pinchazo de sumisión química'. Lo mismo ha pasado en el pueblo que me vio nacer que en la ciudad en la que habito. Ninguna diferencia. ¿Que alguien se dedica a pinchar a las féminas? Nada, nada, tiene que haber un motivo oculto. Lo de pinchar a una chica en ambientes nocturnos, donde muchas veces corre más de lo debido el alcohol y, paralelamente, alguna otra sustancia, ha de haber un móvil oculto y morboso. No puede ser eso de pinchar por pinchar, por meter miedo porque sí, por hacer una gamberrada, eso es muy prosaico, eso no tiene recorrido porque es muy burdo, eso no vende.

No sirve de nada decir que cuando uno era adolescente también ocurrían esas cosas, se pinchaba con algún alfiler de esos que por el otro lado tiene cabeza y que se utilizaban para apuntalar el camino al hacer bolillos. Entonces no había dudas de lo que pasaba ni de los motivos, asustar y reírte del débil, como ahora. Minuto de gloria.

De nada ha servido que los profesionales en la materia dijeran que en España no se ha encontrado ni un solo caso de pinchazo con secuelas de sustancias químicas. Ha costado Dios y ayuda convencer al personal de que la cosa, al menos de momento y hasta que se demuestre lo contrario, iba por el camino de la gamberrada, del abuso de poder, de meter miedo porque sí, de una violencia gratuita y macarra. ¡Era tan atractivo eso de que detrás del pinchazo había intenciones aviesas!

En fin, una más de este mundo de redes sociales y de informaciones no contrastadas en los medios de comunicación más preocupados por vender que por informar, además de la poca capacidad reflexiva de una parte del personal. Hasta la siguiente.