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Viernes de Dolores en la Ermita del Santo, 2014 BARTOLOMÉ BERMEJA
«Desde la distancia: Las procesiones, el sonido de las cigüeñas, el paseíllo hacia las 'jesillas', la quedada de los parroquianos en el bar…»

«Desde la distancia: Las procesiones, el sonido de las cigüeñas, el paseíllo hacia las 'jesillas', la quedada de los parroquianos en el bar…»

opinión ·

Semana Santa es una fecha que ningún miajadeño emigrante perdona, pero este año les es imposible volver a su anhelada tierra

ANTONIO GUTIERRO CALVO

Jueves, 1 de abril 2021, 13:57

No es imposible, pero no puede ser, no debe ser. La costumbre que tenía de acercarme un par de veces al año al pueblo no podré cumplirla esta Semana Santa. La dichosa pandemia lo imposibilita. ¡Qué se le va a hacer! Entre los miajadeños de la diáspora hay de todo. Por diferentes circunstancias no todos tenemos la misma inclinación hacia el pueblo que nos vio nacer. Para algunos es una anécdota, es algo que aparece remotamente en la memoria, otros le hemos tenido siempre presente por vínculos familiares o por formas de ser.

No podré ver las procesiones que tanto me gustan y con las que siempre me he sentido identificado. Esos pasos, siempre los mismos, ese recogido silencio de la procesión del Jueves Santo, ese himno nacional interpretado a la salida del paso correspondiente, ese sonido inequívoco de alguna cigüeña de la iglesia Santiago que 'haciendo gazpacho' parece ser su pequeña aportación a la solemnidad del acto. No podré disfrutar de esos cielos ligeramente encapotados y de ese airecillo seco que agrieta la piel de los que vivimos en terrenos húmedos.

No podré hacer el paseíllo hacia las 'jesillas' recorriendo el mismo camino que tantas veces hice de pequeño y que tantas marcas ha dejado en mi memoria, como el atravesar esos minúsculos arroyos de agua clara y cantarina en su lento marchar en busca de la mar que dirían los versos de Bécquer. O esa 'camisa' de culebra abandonada -siempre blanca- en un recodo del camino que tan mal olía. O esos sonidos de los pájaros viajando o jugando por los aires mezclados con la voz de algún pequeño agricultor que voceaba a su burrito o a su yunta de mulas.

Tampoco podrán encaminarse mis pasos hacia la zona de la Laguna Nueva y poner mis pies sobre el 'mapa', girar la vista y ver detrás de la loma el campanario de la iglesia de Escurial como símbolo de algo inmutable. Tampoco podré visitar mi bar favorito y disfrutar de un desayuno con tostadas que se salen del plato, saludar a los parroquianos que se tiran puyas de uno al otro lado de la barra y después de un largo paseo volver al mismo sitio a compartir unos vinos, unas tapas y alguna ración de migas.

¡Mis mejores deseos, paisanos, para esta Semana Santa desde la distancia!

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