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Varios alumnos en las Escuela de Ingenierías Industriales de Badajoz. JV Arnelas

La casi igualdad de condiciones en los estudios hizo que pudieran estudiar hijos de trabajadores asalariados, autónomos o propietarios

Antonio Gutierro Calvo

Miajadas

Martes, 16 de diciembre 2025, 11:48

Allá por los últimos años de la década de los 50 y primeros de los 60, tiempos de la mayoría de las obras del llamado Plan Badajoz, era muy frecuenta oír al personal aquello de, si los ricos cursan alguna carrera hacen la de Derecho porque tienen que defender sus intereses, si la hacen los pobres es la de Magisterio que era la más corta. Evidentemente era una generalidad, pero como tal bastante acertada.

Épocas de migraciones masivas de extremeños hacia Cataluña, Madrid, Bilbao (como se decía entonces, San Sebastián casi no se nombraba) y partes del extranjero. En su mayoría eran gentes que rondaban o se acercaban la cuarentena y arrastraban tras de sí a los hijos que en cuanto tenían la edad de 14 años se ponían a trabajar, en el nuevo destino, para ayudar en casa. Fue mi caso. No había la más mínima oportunidad de estudiar una «carrera», no había tiempo ni dinero.

Por aquellos entonces, al menos por aquí por el País Vasco, no había los problemas de escolarización en euskera o en castellano que han aparecido después. Entonces el problema era que hubiera puestos escolares en condiciones, tal era la avalancha de niños venidos de otras tierras.

Esas segundas generaciones, como mucho, hacían unos estudios de Formación Profesional que en una tierra tan industrial como Guipúzcoa venía que ni de perlas para ganarse un salario más que digno.

La tercera generación, esa que en estos momentos tiene como techo los cincuenta, eso fue otra cosa. Esa generación de padres ya asentados en el terreno laboral y social sí pudo dar a sus hijos estudios universitarios, no sin los consabidos esfuerzos. Sin duda era una época de muchas ayudas y unas tasas universitarias que permitían darles carrera a los hijos si tenían capacidad, esfuerzo de los padres, mucho, y ganas de estudiar.

Hoy día es un auténtico placer ver como los descendientes de los que se quedaron en Miajadas y los que nos trasladamos de aposento, tienen hoy sus licenciaturas o doctorados, casi en igualdad de condiciones, ya sean hijos de trabajadores asalariados, autónomos o propietarios.

Los tiempos han cambiado, la casi igualdad de condiciones para los estudios felizmente se ha equiparado. Se diga lo que se diga, en general, la gente con estudios se defiende mejor en la vida que los que no los tienen.

La vida ha cambiado para mejor.

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La casi igualdad de condiciones en los estudios hizo que pudieran estudiar hijos de trabajadores asalariados, autónomos o propietarios