La inmigración: Una historia que comenzó en África hace 2 millones de años
Antonio Gutierro Calvo
Lunes, 1 de septiembre 2025, 10:20
Hará aproximadamente unos dos millones de años cuando nuestros antecesores atravesaron por primera vez las fronteras de lo que hoy denominamos África y se fueron extendiendo por el ancho mundo a lo largo de los tiempos. Es una muestra de que lo que hoy llamamos migraciones han existido siempre. Nos hemos movido a la búsqueda de una mejor forma de vida y lo seguimos haciendo.
La palabra inmigración está hoy en España en boca de todos, tal es la cantidad de personas que vienen a ganarse la vida entre nosotros. Nosotros, los españoles, sabemos mucho de ello porque a lo largo del tiempo nos ha tocado salir en busca de una mejor vida.
El encuentro con otra cultura siempre causa y ha causado problemas y desencuentros, por los menos en los primeros tiempos. Aunque como decía el intelectual bilbaíno y más tarde rector de la Universidad de Salamanca, don Miguel de Unamuno, el emigrante es emigrante porque es pobre, si fuera rico no lo sería. Ya se vio también en la obra de John Steinbeck «Las uvas de la ira» que narra la emigración de gentes de Oklahoma y Texas hacia California en la década de 1930. Al emigrante, indefectiblemente, se le pone un apodo y se le cargan todos los males de la sociedad.
Nosotros los «migaegos» que hemos salido de nuestra tierra sabemos de qué va eso. En el País Vasco y en Cataluña, principalmente, se nos ha motejado de todo; charnegos, polacos, cacereños (en tono despectivo), manchurianos y un largo etcétera. A lo largo del tiempo las cosas han ido cambiando y hemos ido pasando a formar parte de la sociedad, sobre todo si hemos ido ascendiendo en la escala social. Hoy día, no digo que haya desparecido del todo, pero casi.
Nosotros los miajadeños tampoco nos hemos ido quedando atrás. Hubo tiempos en que gentes, jornaleros, de otros pueblos pequeños próximos de nuestra provincia de Cáceres venían a ganarse el pan a nuestro pueblo en los tiempos de la siega. Por lo que me dicen y casi me acuerdo se acercaban a la plaza para ofrecer su fuerza de trabajo en igualdad de condiciones que los propios del lugar. También les pusimos un mote que no era otro que el de «marruchos». Era necesario marcar distancias, marcar estatus.
En realidad, el que quiere diferenciarse, comer a parte, es porque de alguna manera se siente superior.
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