Julio Santiago rinde homenaje a Enrique Valero, su amigo y maestro recientemente fallecido
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El prestigioso pintor expresionista se convirtió en una figura fundamental para el artista miajadeño y visitó con él la localidad en 2008cultura ·
El prestigioso pintor expresionista se convirtió en una figura fundamental para el artista miajadeño y visitó con él la localidad en 2008hoy miajadas
Miércoles, 28 de octubre 2020, 23:04
El pintor y escritor miajadeño Julio Santiago, asentado en Madrid desde hace muchos años, ha querido rendir homenaje a su amigo y maestro Enrique Valero, fallecido el pasado 11 de octubre a los 86 años a causa de una insuficiencia renal que complicó su delicado estado de salud.
El universal y prestigioso pintor expresionista, que habría cumplido 87 años el pasado día 24, fue una figura fundamental para Julio Santiago, quien ha sentido profundamente la ausencia del artista marroquí, y así ha querido expresarlo.
Para mí era uno de mis mejores amigos y maestros. Una persona incondicional, generosa, divertida y creativa. A su lado he aprendido a disfrutar más y mejor la vida. Hemos leído, pintado, cantado, reído, viajado, conversado..., y corrido juergas inconfesables que comenzaban de día y terminaban de día. Ha sido un miembro muy importante de mi familia elegida. Me lo presentó el poeta Santiago Santana hace cuatro lustros y desde aquel día comenzamos a cultivar una estrecha, cálida y sincera relación de amistad que siempre fue a más.
Pues Valero ha sido, es y será uno de los referentes más importantes a nivel mundial del expresionismo figurativo contemporáneo. Él nació en Alcazarquivir (Marruecos), era hijo de padres españoles, desde muy temprana edad mostró excelentes actitudes para el campo sanitario y artístico, más tarde estudiaría Enfermería y Bellas Artes. En Tetuán fue discípulo del gran Mariano Bertuchi y en Tánger ganó un premio de disfraces que le impulsó a consolidar su carrera artística. El jurado de aquel premio estaba integrado por Emilio Sanz de Soto, Truman Capote, Paul Bowles, Luchino Visconti..., personas muy importantes e influyentes en el campo social y artístico que apadrinarían a Enrique Valero como pintor. Fue también en Tánger donde la escritora Carmen Laforet trabó amistad con el joven Valero y se inspiró en él para realizar su novela La insolación, donde Enrique aparece retratado bajo el pseudónimo de Martín Soto. Enrique Valero vivió de forma itinerante entre Rota, Madrid, Roma, París -donde expuso con Pablo Picasso-, Gran Canaria, Lanzarote -se hizo gran amigo de César Manrique-..., hasta que le robaron el corazón y se afincó durante tres décadas en Terceira (Portugal). En Angra do Heroísmo ejerció como profesor de Bellas Artes, restaurador del patrimonio público y privado, pintor y escultor.
Durante las temporadas que pasaba en Madrid realizaba decorados, maquillaje y estilismo junto a Manuel Pertegaz para Rtve. Trabajó como asesor estilístico de Imperio Argentina, Sara Montiel, Carmen Sevilla... Fue uno de los artistas asiduos a las tertulias y jaranas nocturnas del mítico Pub Oliver, regentado por sus amigos Adolfo Marsillach y Jorge Fiestas, donde cultivó excelentes relaciones de amistad con Gloria Fuertes, Antonio Gala, Terenci Moix, Ava Gardner... Salvador Dalí y él compartieron una estrecha y pasional relación con la pintora, escritora y cantante Amanda Lear, sirviendo ésta como modelo e inspiración para numerosos trabajos de ambos.
Su obra ha sido expuesta en los museos y en las galerías más prestigiosas del mundo. Su extensión y valor actualmente son incalculables. A finales de los 80 se trasladó definitivamente a su casa-estudio de la Calle Hermosilla, en Madrid, donde se rodeó de amigos artistas consagrados y noveles de todas las edades. En el nuevo milenio comenzó a frecuentar las tertulias y eventos del Gijón, Comercial, Barbieri, Casa Pueblo, Libertad 8, Casa del Libro, Ateneo...
Valero fue para todos una excelente persona y un genial creador, podría hablar de él horas y horas y...
Fue en octubre del año 2008. Mi pareja, Amaya, nos llevó al pueblo a Mills Fox, Enrique Valero y a mí a pasar unos días con familiares y amigos. La experiencia fue brutal, todo el mundo se volcó en nosotros para hacernos muy amena y agradable la estancia. Recuerdo las comidas y arrumacos de mamá Puri (mi madre), los dulces de Cati Cerrillo (la vecina de enfrente), los conciertos de Juan Antonio Loro , las anécdotas de Mills... También hicimos excursiones a Trujillo, Cáceres y Mérida, fue maravilloso llevar a Enrique y Mills de compañeros y guías. Nos reímos mucho y lo pasamos francamente bien.
Le realicé un par de retratos, varios poemas y me inspiré en él y su obra para pintar la cubierta de mi nuevo libro, Chimani. Me dio tiempo a llevárselo para que lo pudiera disfrutar un mes antes de marchar para siempre. Mi próximo libro, Corona-versus, está dedicado a Enrique Valero, Mª Ángeles Rubio (La Bruja) y Luis Eduardo Aute, tres excelentes amigos que he perdido en estos tiempos de pandemia.
Me avisó Mª Paz, la mejor amiga de Enrique, diciéndome cuál era la situación y yo acudí con Amaya, mi pareja, al Hospital Nuestra Señora del Rosario. Nos dio tiempo a despedirnos. Él sabía que íbamos a verle y nos esperó. Fue muy emotivo. No sufrió, estaba sedado, acompañado por nosotros y Mª Paz. Se fue como él quería, de una forma rápida, tranquila, rodeado de amigos, agarrado a nuestras manos y escuchando palabras bonitas.
Su amiga Mª Paz y Juan Pedro, el marido de ésta y también amigo de Valero, se ocuparon de todos los trámites incómodos del traslado, cremación y depósito de cenizas. No hubo ningún acto público. Al día siguiente del fallecimiento lo incineraron y esparcieron sus cenizas en el Jardín del Recuerdo del Cementerio de la Almudena de Madrid. Allí pondrán una placa para perpetuar su memoria. Cuando remita la pandemia haremos una gran fiesta para brindar juntos todos los amigos que le quisimos y permanecimos junto a él hasta el último instante.
No, yo creo que ningún ser querido muere del todo, yo siempre digo que el recuerdo continuo es la inmortalidad de las personas que amamos. Enrique no puede morir jamás por el extenso legado emocional y artístico que nos ha dejado. Yo le recuerdo cada día y él me contempla a través de los inmensos ojos de sus personajes. Ahora debemos afrontar el presente y futuro con su ausencia física, pero su esencia emocional ya lo impregna todo.
Las almas bellas nunca mueren...
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