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Y por fin llegó la vuelta al cole
Educación ·
Porque seis meses nunca se hicieron tan largos, y sienta bien volver a escuchar sus voces y sus risas, aunque haya ese temor a no saber cómo funcionarán las clases, pero hay que intentarloVer fotos
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Porque seis meses nunca se hicieron tan largos, y sienta bien volver a escuchar sus voces y sus risas, aunque haya ese temor a no saber cómo funcionarán las clases, pero hay que intentarloPor fin llegó ese momento que pequeños alumnos y profesores deseaban desde hacía meses: la vuelta al cole. Ese momento que al mismo tiempo temían la mayoría de los padres, pero que después de ver la cara de felicidad de sus hijos, han comprendido que, al menos, hay que intentarlo.
Los colegios miajadeños García Siñeriz, Nuestra Señora de Guadalupe y Sagrado Corazón de Jesús y María Inmaculada, junto con el IES Gonzalo Torrente Ballester y los centros de educación infantil, han abierto sus puertas para dar la bienvenida a sus alumnos, una bienvenida más calurosa que nunca.
Lejos de descansar, los profesores han estado todo el verano preparando las instalaciones para hoy, y preparándose ellos mismos para este día. Los centros han organizado las entradas y salidas escalonadas cada diez minutos y por diferentes puertas, han pintado puntos de distintos colores, y huellas o flechas en sentidos opuestos para dividir los pasillos y las escaleras, han ubicado dispensadores de gel hidroalcohólico en cada puerta o esquina, han colocado las mesas de forma que haya distancia entre los compañeros, han dividido los patios de los centros con cintas para mantener los grupos burbuja durante la hora del recreo, pero, sobre todo, han traído muchas ganas.
Aunque si hay alguien que les superaba en ganas eran los pequeños, algunos han llegado como torbellinos, otros deseando dar cariño a sus profes y compañeros aunque sea con la distancia de no poder tener contacto, y todos con una sonrisa tan grande que se les notaba aun con la mascarilla puesta. Los mayores del instituto quizás no mostraban las mismas ganas que los pequeños, pero sin las clases nada es lo mismo, y estaban deseando ver a sus compañeros, aunque les cueste reconocerlo.
Porque seis meses nunca se hicieron tan largos, y sienta bien volver a escuchar sus voces y sus risas, aunque haya ese temor a lo desconocido, a no saber cómo funcionarán las clases, pero, como ha dicho una vecina miajadeña: «Tenemos que intentarlo».
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