Cómo mantenerse ocupados durante el periodo de aislamiento: Crear un álbum de fotos

24 días de cuarentena han dado para mucho, en todos los sentidos, para aburrirse mucho y para entretenerse mucho, para comer mucho, para hacer mucho deporte, para hablar mucho, para guardar mucho silencio, para dormir mucho, para despertarse muchas veces,… En definitiva, para hacer todo y, en muchas ocasiones, nada.

Las personas, esas que antes no tenían tiempo ni de decir hola, ni de mirar la hora, ni tan siquiera de respirar, ahora no saben cuántas veces han mirado ya el reloj, ni en qué invertir todo el tiempo que les sobra.

Los hay que han comenzado a escribir un diario, que han leído ya más de diez libros, que han organizado y reorganizado el armario, han desempolvado los juegos de mesa, hacen yoga, pilates, zumba, pesas, han visto todas las películas del último año y van a por las del anterior, han improvisado en la cocina mil y un platos con mejores y peores resultados, han memorizado los álbumes de fotos familiares, han comenzado a aprender un idioma o lo han perfeccionado, otros se disfrazan cada día de algo diferente, han incorporado la música y el baile como parte de su rutina diaria, se han cortado el pelo, se han rapado o, incluso, se han quedado sin cejas por puro aburrimiento, conocen de memoria todos los eventos deportivos históricos, se han convertido en improvisados DJs en los balcones o redes sociales, los padres han vuelto al colegio con sus hijos, han hecho los deberes y se han divertido con ellos como hacía tiempo no hacían,… Mil cosas, porque el ingenio del ser humano es una fuente sin fin.

Si no fuera por todas esas ocurrencias, que hacen disfrutar a quien las hace y a quien las presencia, por esta fortaleza mental, este aislamiento habría podido ya con muchas personas. Éste es el tipo de cosas que nos recuerda la grandeza del ser humano en su mejor faceta.

Y ¿por qué no guardar para la posteridad todo esto? Salvaguardar en formato gráfico todas esas actividades que se están convirtiendo en parte de nuestro día a día entre estas cuatro paredes, de forma que, del mismo modo que echamos mano en alguna ocasión de ese álbum de fotos de nuestras primeras vacaciones en familia, también podamos tener nuestro propio álbum fotográfico de la cuarentena, de ese aislamiento que nos obligó a reinventarnos, y rememorar en un futuro este nuevo modo de vida que hemos tenido que establecer. Importante, la última fotografía debe ser del último día de aislamiento.

Podemos simplemente crear una carpeta en el ordenador o darle un formato físico, bien creándolo nosotros mismos de forma artesanal o enviándolo a una tienda de fotografía cuando las empresas recobren su actividad normal.

Fotografías con las que reír, con las que llorar de alegría o de tristeza, derramar lágrimas de vez en cuando no es malo, con las que sonreír, con las que preguntarnos cómo pudimos hacer 'eso',… Y así recordar, cuando todo esto haya pasado, que las personas sacaron lo mejor de sí mismas.

Lo que está claro es que ésta que estamos viviendo es una situación atípica e histórica y, como todos los hechos históricos, merece ser recordada, para bien y para mal, aunque, como en los libros de historia, siempre se intentará hacer más hincapié en los aspectos positivos que en los negativos.

Está claro que este virus no ha traído nada bueno, pero el periodo de aislamiento sí, habíamos olvidado lo que es disfrutar de tiempo en casa con nuestra familia, habíamos olvidado lo que es tener tiempo para nosotros mismos, sin estrés, los que tienen la fortuna de poder quedarse en casa, claro. El ser humano había olvidado lo que es ser solidario, tratar a sus vecinos como amigos en lugar de como a desconocidos, y, sobre todo, el planeta por fin ha recordado lo que es respirar, la naturaleza ha podido recuperar su lugar, que hacía tiempo se le había arrebatado.

Vamos, que ya queda un día menos. #YoMeQuedoEnCasa