En mi memoria está grabadas a fuego tres escuelas por las que pasé en Miajadas
ANTONIO GUTIERRO CALVO
Jueves, 26 de junio 2025, 23:52
En mi memoria de adolescente están grabadas a fuego tres escuelas por las que pasé y otra que, aunque la vi construir allá por el año 1957, no he cruzado jamás sus puertas, no por nada, simplemente porque no se ha presentado ocasión para ello.
Soy uno de tantos niños que aprendió a leer y las llamadas cuatro reglas en la escuela de 'tía Beatriz'. Es curioso, pero en mi memoria permanecen frescas, muy frescas, las experiencias aquellas. Aquel semicírculo que formábamos en torno a la maestra en demanda de que nos tomara la lección cuanto antes, comprobara lo que habíamos escrito o la cuenta que nos había puesto para hacer. ¡Que Dios tenga en su gloria a aquella mujer severa que nos enseñó a tantos niños!
Con posterioridad, pasé a las escuelas de la Puente, directamente a cuarto grado, creo que se llamaba, puesto que sabía leer, escribir y hacer divisiones. ¿Quién no recuerda aquella prueba del nueve que teníamos que hacer para comprobar si la división estaba bien hecha? Recuerdo, es curioso, cuando don Enrique me pasó a la pizarra para que demostrara que viniendo de donde tía Beatriz sabía hacer una división. Lo hice y me asignaron a la clase de don Pascual. Tenía por entonces siete años.
De allí a tres chavales del pueblo nos concedieron una beca, creo que se denominaban entonces 'becas rurales'. En consecuencia, hicimos el bachiller entre la academia Nebrija y la casa de don Valentín, sita en la calle Valdivia, si mi memoria no me falla. Después, con 14 años, a San Sebastián, había que ayudar en casa económicamente, los estudios quedaron atrás.
El colegio Sagrado Corazón lo vi construir allá por 1957, puesto que me cogía de paso para la casa de don Valentín y porque mi tía Felisa vivía en la esquina de enfrente, donde siguen viviendo mis primas. Creo que por este colegio también han pasado muchísimos niños y niñas de Miajadas, de Escurial y de algún pueblo próximo puesto que también era residencia.
Hoy, por aquí por Euskadi, ante la falta de niños y porque los nacidos en el extranjero optan por la escuela pública, están cerrándose varios colegios religiosos y otros se están fusionando. ¿Llegará a pasar lo mismo con el de Miajadas? Sería una pena, pero la vida es cambio. Como decía el pensador francés Montaigne «la vie est ondoyante» (la vida es cambiante), sube y baja, sube y baja.
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