Jairo Pino Mendoza
Miércoles, 27 de abril 2016, 08:29
Manuel Pérez, del colegio Sagrado Corazón de Jesús y María Inmaculada, ha sido el ganador a nivel local de la tercera edición del concurso Carta a un militar español. El premio, una batería externa para el teléfono móvil, y un diploma acreditativo le fueron entregados ayer en el propio centro.
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El concurso tiene alcance nacional y consiste en crear un relato corto sobre una de las gestas llevadas a cabo por alguno de los grandes héroes españoles como representantes del honor, el valor y la grandeza de espíritu. Esta es la carta escrita por Manuel Pérez, titulada 'Abriendo puertas':
«Ha llovido mucho desde el siglo XIX hasta nuestros días y entre los cambios de gobiernos y los cambios que estos han hecho en la educación, los libros de historia vienen cada vez más escuetos. En ellos ya no hay ni una pequeña reseña a su hazaña, hazaña que en el pleno siglo XIX, cuando las mujeres no tenían ni voz ni voto, abrió las puertas de una institución estrictamente masculina: el ejército.
Aún hoy sigue habiendo reparos a la entrada de la mujer en el ejército, aunque las barreras están superadas y hay un buen número de ellas entre sus filas.
Me estoy refiriendo a Agustina Raimunda María Saragossa i Domènech; más conocida como Agustina de Aragón.
Nacida en el seno de una familia de campesinos emigró con sus padres a Barcelona donde se casó con un militar. España estaba en manos de los franceses y las revueltas contra estos eran frecuentes en todas partes. Su marido fue movilizado y ella como era costumbre intentó seguirle. Ella se quedó en Zaragoza donde tenía una hermana. El 25 de mayo de 1808 se produjo la rebelión de Zaragoza. Los franceses sitiaron la ciudad, pero se encontraron con la resistencia del pueblo. Todos, hombres y mujeres dispuestos en la defensa de la plaza. En uno de los ataques de los franceses una granada explota cerca de donde estaba Agustina, la joven (sólo tenía 20 años) vio como los franceses avanzaban. No se lo pensó, avanzó hasta un cañón, lo activó y bombardeó a los franceses hasta que llegaron los refuerzos. En ese mismo lugar un oficial arrancó las insignias de un artillero caído y se las entregó a Agustina. Desde entonces, se mantuvo firme en la lucha como miembro del cuerpo de artillería hasta el final de la contienda en 1813.
Su hazaña, desconocida para muchos de nosotros cambió el curso de la historia y abrió las puertas de la libertada a una ciudad, que aunque no era la suya la vivió como suya. Su arrojo y determinación la hizo vivir en un mundo de hombres, abriendo la puerta como dije al principio de la mujer en el ejército. Fue una mujer coherente con sus ideales de libertad, nada voluble, incansable y viajera.
A día de hoy podría ser nuestra Marsellesa, tan en boga como están los atentados de París. Agustina podría ser nuestra libertad guiando al pueblo y la prueba de que aún siendo de otra región se puede luchar juntos».
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