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Truco de mentalismo de Alfred Cobami.
Pequeños y mayores sueñan con el espectáculo de magia de Alfred Cobami

Pequeños y mayores sueñan con el espectáculo de magia de Alfred Cobami

El moralo hipnotizó a dos voluntarios del público, dobló y rompió cucharas con la mirada y se desprendió de una camisa de fuerza colgado de una grúa

Jairo Pino Mendoza

Sábado, 17 de diciembre 2016, 11:06

Magia, ilusión y humor se mezclaron ayer por la noche en el escenario de la Casa de Cultura Massa Solís durante el espectáculo ofrecido por Alfred Cobami y que tuvo como protagonistas la magia, el escapismo y el mentalismo. 150 miajadeños se dieron cita en el lugar para soñar y sorprenderse por los trucos del extremeño.

Con un humor picantón y de chistes fáciles, la puesta en escena del mago de Navalmoral de la Mata fue espectacular. Cobami supo sacar las risas de todos los espectadores miajadeños. Incluso algunos pudieron observar a pocos centímetros de él muchos de sus trucos y ser partícipes de sus juegos.

Hacer aparecer y desaparecer palomas, manejo de varitas mágicas de todos los tipos o trucos con billetes y gomas elásticas fueron algunas de las ilusiones ópticas ofrecidas por el moralo. Pero sin duda, los momentos de mayor interés vinieron de la mano de la hipnosis, el mentalismo y el escapismo.

Cobami fue capaz de hipnotizar a dos voluntarios del público. Después de una serie de instrucciones y de un intercambio de objetos personales entre los dos participantes, el mago hizo que cada uno de ellos se metieran en el cuerpo del otro. De esta forma, algunas acciones realizadas sobre ellos tenían reacciones en el otro, como por ejemplo, en el momento el que Alfred Cobami pinchó la pierna de la mujer y el dolor fue soportado por el hombre o tiró del pelo a este último para que la mujer se retorciera de dolor.

En otra parte del espectáculo, a través del mentalismo, el de Navalmoral de la Mata fue capaz de hacer girar cucharas sobre su propio mango o de doblarlas hasta romperlas únicamente con su mirada y con su mente. A pesar de lo asombroso de esto último, la acción se vio superada por el escapismo. Alfred se puso una camisa de fuerza, prenda diseñada para inmovilizar a pacientes de psiquiátricos, y se colgó de una grúa con la cabeza hacia abajo. Después de varios segundos, el escapista logró deshacerse de la indumentaria y bajarse de la grúa. «Cada vez me cuesta más», suspiró el navalmoralo al acabar.

El espectáculo supo conjugar la ilusión y los sueños de pequeños y mayores, tan propios durante estas fechas navideñas, en un espectáculo de magia de un gran paisano como Alfred Cobami.

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