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Portada del periódico HOY un día después del juicio.
Cornejo y Gómez, los curas que fueron multados por defender a los miajadeños

Cornejo y Gómez, los curas que fueron multados por defender a los miajadeños

Se encerraron en 1974 en el colegio Covadonga en protesta por su cierre y fueron multados con cinco duros

Jairo Pino Mendoza

Martes, 31 de octubre 2017, 17:01

Los dos párrocos de la iglesia del municipio durante los años 70, Agustín Cornejo y Enrique Gómez, se encerraron voluntariamente en el por aquellos entonces llamado colegio de Nuestra Señora de Covadonga. El objetivo de dicha acción fue la protesta por el cierre del centro, cuyas obras de construcción iniciadas en 1968 por valor de 12 millones de pesetas que habían terminado ya hacía tiempo. Se daba la circunstancia de que los estudiantes de bachillerato debían desplazarse cada día a Don Benito «Dos curas de Miajadas multados con cinco duros», rezaba en la porta del diario HOY de Extremadura de aquel 19 de diciembre de 1974.

Narran las páginas de los periódicos que «sobre las 11 de la mañana del 31 de octubre, Emilio Barrio Sánchez, guarda del colegio, se presentó ante el comandante del puesto de la Guardia Civil, de nombre Máximo Teomiro Galán, para denunciar que: habiendo observado a varios jóvenes de ambos sexos en las inmediaciones del citado colegio, procedió a echarles y que luego entró y vio a dos jóvenes como de treinta años fumando tranquilamente».

Seguidamente les preguntó si tenían autorización del que figuraba como propietario de las edificaciones, y ellos dijeron que no y que habían entrado por una ventana cuyos cristales estaban rotos. El guarda les dijo entonces que salieran y ellos respondieron que no.

El encierro comenzó durante la madrugada del 31 de octubre y se prolongó hasta las seis de la tarde, ante las gestiones realizadas con los curas por don Pelayo, vicario capitular de la diócesis de Plasencia. Les convenció para que desistieran de su actitud. También acudieron al lugar del encierro autoridades provinciales y agentes de policía. Ante el revuelo provocado, los vecinos ya parecían convencidos de que se iba a solucionar el problema y sus hijos podrían ver resuelto el problema de su enseñanza.

Durante aquellos años de curas rojos, Cornejo y Gómez recibieron numerosas multas y disgustos, pero también, como ha comentado en alguna entrevista el segundo de ellos, «el gozo de ir perfilando unas opciones claras, para construir una parroquia comunidad donde la gente se reúne, comparte y evangeliza».

El momento coincidió con la última etapa de la dictadura franquista. Durante esta etapa y los comienzos de la democracia, muchas fueron las personas que empezaron a luchar con los sacerdotes, sobre todo por los derechos de los campesinos. Todo ello encuadrado en el Movimiento Rural de Acción Católica.

Narra el colaborador del periódico HOY de Extremadura, Domingo Tomás Navarro, la escasa asistencia de público al juicio. Únicamente dos curas, una mujer y una pareja de periodistas. Estos dos sacerdotes, Alfredo Calles Castañares de Nuestra Señora de Belén, y Juan Cifuentes Vicente, de la iglesia de Santiago, estaban allí para proteger con su presencia a los reos. El juicio se celebró, curiosamente, sin que el denunciante compareciera.

El público que no pudo asistir a la causa se apretaba contra puertas y ventanas del edificio, y sus voces, únicas en coro, se dejaban oír como un solo grito recién veces repetido: «¡Covadonga! ¡Covadonga!». Escribe Domingo Tomás que Cornejo y Gómez «parecían dos chiquillos buenos, dos buenos estudiantes, serios y circunspectos, a los que el profesor de gramática ha cogido en una falta de ortografía».

Culpables

Pedro Ruiz García, juez de paz del municipio desde 1953, les halló culpables de haber incurrido, según los diarios de la época, «en la falta prevista por el apartado cuarto del artículo 570 del Código Penal». Por este motivo les impuso sendas multas de 25 pesetas a cada uno y pago de costas.

El dinero para hacer frente a la sanción fue recolectado de forma espontánea por los colegiales de la localidad como acto de simbólica solidaridad con los, por aquellos entonces, dos jóvenes sacerdotes. Cuenta Domingo Tomás que «contribuyen a ella incluso los estudiantes de primaria, muchos de los cuales han roto sus huchas, y corre el rumor de que casi todos los jóvenes de la localidad andan pidiendo anticipos familiares a cuenta de la asignación dominical».

Y finaliza el firmante: «No sé en qué acabará esta cuestación. Yo me vine poco después de que arribar a Miajadas el autobús donde llegaban los pocos alumnos que ese día habían acudido a las clases de Don Benito en lugar de fugárselas para estar al lado de sus dos veladores».

Los párrocos han reconocido alguna vez en público que la clave de su movimiento es «evangelizar la sociedad desde dentro, desde los partidos, los sindicatos, las cooperativas agrarias y las asociaciones con el ánimo de brindar valores evangélicos a la sociedad dinamizando los pueblos».

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