Vivos recuerdos de la Plaza de España
«Más que un espacio físico, siempre ha sido un símbolo y una imagen que guardo indeleble en mi memoria»
ANTONIO GUTIERRO CALVO
Martes, 6 de marzo 2018, 12:35
En otros tiempos oír decir «voy a la plaza» o «subo a la plaza» no tenía ninguna duda de a qué nos referíamos. Su aspecto físico ha cambiado, no siempre para mejor, pero como la Puerta de Alcalá, ahí está viendo pasar el tiempo. Mi recuerdo de niño vuela hacia la plaza como las barcas que solían poner en la feria de abril. Imposible olvidar el Casino de los señores en donde después se puso el local de la Caja de Ahorros.
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La Plaza del Grano colindante en donde se compraban las cosas por celemín, medio celemín y quintal, amén de recoger el aceite con aquellas cartillas que nos sellaban. El Auxilio Social a donde iba a recoger todos los días una jarra de leche que nos daban. Las casetas de madera en donde se vendía carne y demás antes de hacer el que entonces fue el nuevo Mercado Municipal. El edificio viejo del Ayuntamiento que nunca debió demolerse.
Las dos farmacias cercanas y la cárcel en donde hoy está el Hogar del Jubilado. Los coches de la Empresa Fernández pasando por lo que entonces se denominaba la carretera vieja. Alguna persona que otra tomando el sol, siempre en el mismo sitio, recostando la espalda contra la esquina del Ayuntamiento con esa postura de ver pasar el tiempo.
Pero para mí, más que un espacio físico, siempre ha sido un símbolo y una imagen que guardo indeleble en mi memoria; los corros de hombres esperando a que alguien les contratara para tener jornal ese día. ¿Qué pasaría por las cabezas de aquellos hombres sin jornal tantos días? Muchas veces he pretendido ponerme en su lugar tratando de revivir sus sentimientos ¿Cómo hoy que se comenta tanto- aquellas personas podían tener un proyecto de vida para formar una familia? ¿Qué perspectivas, qué seguridades se les ofrecía en aquellos entonces? Siempre se lo comento a las generaciones jóvenes, empezando por mis hijos. La única Seguridad Social era la iguala con el practicante, don Poli, y con el médico, don Rafael o don Alfonso. Las medicinas se pagaban a toca teja. ¿Cómo no iban a buscar otros modos de vida en otras tierras? Si no recuerdo mal el único desahogo que se permitían aquellos hombres era la pistola de vino en un lugar cercano a la plaza y echar una partida a la cuatrola.
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