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Una cuadrilla recogiendo tomates en el año 1979.

Los ‘hortolanos’ como protagonistas de la economía circular de antaño

«Se debería poner el nombre de este sector a una plaza o calle de Miajadas. Se lo merecen»

antonio gutierro calvo

Martes, 20 de noviembre 2018, 18:09

Durante el siglo XX se pudiera decir que la estructura social de Miajadas estuvo dividida en labradores, medio labradores, hortelanos (hortolanos en argot propio) y jornaleros. De entre ellos es posible que el hortolano fuera el que diera más personalidad al pueblo y el que aguantara mejor un estilo de vida por la variedad de su producción. La subsistencia era más fácil.

Las huertas estuvieron siempre en donde el agua era abundante en el subsuelo. En un principio se obtenía a base de cigüeñal, con pilones de tierra aplastada y más tarde a través de noria y, finalmente, con motores. El abono, en un principio, era a base de estiércol y se azufraban los tomates y las guindas. Aquellas huertas con las plantaciones divididas según zonas y épocas del año, con el riego mediante inundación y los diferentes olores y sus matices, son difíciles de olvidar. Una huerta bien ordenada y bien cultivada es la prueba más palpable de la capacidad del ser humano de moldear el entorno a su parecer.

Recuerdo los diferentes productos por épocas del año. Ciruelas mayas, albarillos, judías verdes, peros blancos, camuesas, uva tempranilla y patatas en primavera. Tomates de mesa, tomates perines para conservas, guindas verdes, guindas rojas, peras de cabo de lezna, uva, melocotones, melón, sandía, carillas, pepinos y berenjenas en verano. Cebolletas, acelgas, coliflor, nabos, aceitunas de granillo para machar, membrillo de secano, granadas y sandías amarillas en otoño. Y por último naranjas, repollo y lechuga en el invierno.

Después de producir y cosechar había que vender. Los productos básicos de venta fueron el tomate y el pimiento y a más distancia, repollo, zanahoria, coliflor, higos pasados, cebolleta, lechugas, judías verdes, manojos de albahaca, yerbabuena, cilantro y habas. La zona de ventas llegaba desde los pueblos más cercanos, hasta Santa Amalia por un lado y hasta Cáceres por otro. La mercancía se transportaba en carros tirados por mulas y se dormía en las posadas, teniendo buen cuidado de llevar pienso para el ganado de carga. Después de la venta se hacía acopio de algunas compras y se volvía a las huertas con las provisiones.

Todos estos productos de la huerta permitían que alrededor de ello se criaran cerdos, gallinas, pollos y conejos. Es lo que hoy se denominaría una economía circular. Se debería poner el nombre de este sector a una plaza o calle de mi pueblo. Se lo merecen.

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hoy Los ‘hortolanos’ como protagonistas de la economía circular de antaño

Los ‘hortolanos’ como protagonistas de la economía circular de antaño