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Opinión 'Desde la distancia': Los amores y las conquistas ya no se cocinan a fuego lento, como los de antes

Opinión 'Desde la distancia': Los amores y las conquistas ya no se cocinan a fuego lento, como los de antes

opinión ·

Las chicas paseaban agarradas y detrás las seguían los chicos puestos en la misma posición que quien les gustaba, después vendría lo de acompañarla chica a casa con 'distancia social' y, más adelante, poder hablar con ella en la puerta

ANTONIO GUTIERRO CALVO

Jueves, 5 de noviembre 2020

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No está el tiempo para hablar de amores y otras ilusiones, pero en algo hay que refugiarse hasta que escampe a falta de otro cobijo mejor y más seguro. Siempre tenemos a mano, a nada que escarbemos en la sesera, esos recuerdos de adolescencia y primera juventud. Aparecen a nada que pongas algo de intención, aunque, más bien, habría que decir que salen a tu encuentro casi sin proponértelo. En todo tiempo y lugar los chicos y las chicas han procurado encontrarse como los polos opuestos. Se atraen, aunque otra cosa es comprenderse. La naturaleza es así.

En otros tiempos, en nuestro pueblo de Miajadas, ese lugar de atracción se producía en el espacio que va del cine Otero al inicio de la carretera de Escurial, ida y vuelta y más idas y vueltas. Era el lugar para ver y ser visto. Tiempos en los que las chicas paseaban cogidas del bracete y detrás las seguían otros tantos chicos, puestos exactamente en la misma posición que la chica que te gustaba. Si al cambiar de dirección se producía un cambio en la fila delantera automáticamente se producía el reajuste en la trasera. ¡No fuera a ser que se produjeran malentendidos! Algún empujón que otro solía haber al luchar por una posición determinada.

Más adelante ya habría ocasión de salir a pasear únicamente la pareja, eso sí, manteniendo la 'distancia social' que tan popular se ha hecho ahora. Más tarde vendría lo de acompañar a casa a la chica. A casa o a la esquina más cercana no fuera a ser que el padre de la muchacha tuviera malas pulgas y hubiera que salir por piernas.

El paso posterior era cuando la relación progresaba y ya se permitía hablar con la muchacha a la puerta de la casa. Ella por dentro apoyada en el quicio de la puerta y el otro por fuera. En los tiempos de invierno o de lluvia ya había algún vecino caritativo que invitaba a la pareja a sentarse al calor de un brasero. Más de una vez he compartido camilla, saya y brasero con ese tipo de visitas. Con la 'entrada en casa' se terminaba el periplo. Entonces uno ya pertenecía a la familia, tenía todos los parabienes. Entonces era 'pa siempre', no existía el divorcio.

¡Total, casi igualico igualico que hoy!

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