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El coronavirus afecta a todas las personas, independientemente, de su edad, sexo, nivel económico o cultural y, de manera muy importante, a todas aquellas que padecen Alzhéimer y otros tipos de deterioro cognitivo Ahora, nos necesitan más que nunca, y no les vamos a fallar. Seguro. Depende de nosotros, y así será.
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La pandemia golpea muy duro a las personas más frágiles y, especialmente, a quienes sufren un daño añadido por los cambios de sus rutinas que no pueden comprender. Por el efecto del virus, los centros residenciales han cambiado y ellos no entienden por qué el alzhéimer se lo impide. Paciencia y cariño. Profesionalidad y respeto.
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El alzhéimer afecta a la memoria y a la comprensión de órdenes, por lo que es fundamental extremar e individualizar al máximo las medidas de comunicación con este tipo de personas para evitar situaciones de aislamiento y vulnerabilidad. Si no queremos que fallezcan de COVID 19, tampoco queremos que lo hagan de soledad.
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Las personas con alzhéimer captan, de manera especial, los ruidos, la ansiedad, el miedo o la preocupación de quienes les cuidan. Tienen dificultades para comprender lo que sucede y eso hace que aumente su nerviosismo y, con ello, la agitación psicomotora. Debemos transmitir calma, tranquilidad y empatía.
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Evitemos situaciones de aislamiento en personas con alzhéimer. No podemos cerrar con llave sus habitaciones o cualquier otro lugar. No estigmaticemos a los enfermos de alzhéimer, tanto si aparece algún síntoma de Covid-19 como si no aparece. No a los confinamientos injustificados.
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Las personas con alzhéimer pueden tener problemas de cognición, pero tienen derecho a saber. No ocultemos información por norma. Evitemos pensamientos negativos, y expliquemos por qué se hacen las cosas de una manera diferente debido al coronavirus. Seamos muy didácticos.
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Respetemos los derechos de las personas con alzhéimer. El COVID 19 aumenta las listas de tareas, ya sobrecargadas. Escuchemos lo que les sucede. No les hagamos invisibles, ni les traslademos nuestra tensión o mal humor. No estrés. No prisas.
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Pensemos en las familias de las personas con alzhéimer. Están nerviosas y con muchas incertidumbres por los efectos de la pandemia. Unamos a eso, la patología específica de su familiar. La tensión es grande. Pongamos especial cuidado en la comunicación y facilitemos todo lo que se pueda el contacto, incluso, a través de la tecnología.
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Sonreír conecta. Sonreír provoca optimismo. Todo con una sonrisa genera más confianza. Todos tenemos padre y madre, y sabemos perfectamente cómo nos gustaría que les tratasen a ellos, y a nosotros, cuando lleguemos a sus condiciones. Lealtad a quien necesita tu ayuda, las personas con alzhéimer.
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Somos Lares. Nuestros valores nos guían para un trato digno y humanizante, también para las personas afectadas por el alzhéimer. Nadie se queda atrás. Nadie. Lares y sus profesionales, cuidan, siempre. Y siempre es siempre, porque la persona está en el centro de todo. Aunque tengan deterioro cognitivo, por supuesto.