Las terrazas, como la del Ágora, están llenas de clientes que salen a tomar algo con amigos C.G.F.
Los miajadeños llenan las terrazas para ayudar a los bares de su localidad
Sociedad ·
Los vecinos han respondido a la reapertura de la hostelería, lo echaban de menos y, aunque con un poco de miedo al principio, poco a poco van saboreando con más tranquilidad el gusto de una buena cerveza, un vino, un refresco o una copa
Los españoles echaban de menos los bares, los extremeños las cañas con sus tapitas, y los miajadeños el trato con los dueños de los bares, casi todos vecinos al fin y al cabo. El ambiente de la localidad ha cambiado radicalmente en cuanto las terrazas han vuelto a inundar las calles, llenas por supuesto, vacías habrían generado un panorama aún más desolador. Pero los vecinos de Miajadas han respondido muy bien a la reapertura de la hostelería, lo echaban de menos y, aunque con un poco de miedo al principio, poco a poco van saboreando con más tranquilidad el gusto de una cerveza bien fría, un buen vino, un refresco o una copa en la mejor compañía, esa de la que no pudieron disfrutar en dos meses.
Los clientes del Ágora no defraudaron y, disfrutando de mayor espacio en la Plaza de España, no tardaron en llenar las terrazas un miércoles, con sus mesas y sillas bien separadas, bien para el desayuno, para las cañas, para el café o para las copas con el fresco del anochecer.
Y es que los miajadeños no dudan en decirlo: «Esto lo tenemos que levantar entre todos», anima una de las vecinas.
Pedro Díaz, dueño del bar Alambique, explica que el cese de actividad supuso una parada en seco. El circulante de la luz, el agua, la gestoría, Internet,… había que seguir pagándolo y, a pesar de haber recibido ayudas, lo han pasado mal, ya que seguía habiendo gastos pero ingresos muy pocos: «Los que teníamos algo de colchón nos hemos podido mantener un poco, pero han sido 82 días, los he contado, y muchos compañeros van a claudicar. La gente va muy suave, muy cautelosa, está costando mucho porque hay miedo, aunque mantengamos mucha higiene». Y añade: «Habitualmente vendíamos unos 100 cafés, pero ahora no llegamos ni con mucho, vamos subiendo, eso sí, a lo mejor un día vienen diez, al siguiente otros diez,… pero muy despacio». Aprecia que hay más gente joven que gente mayor, ya que la gente mayor tiene miedo, aunque se va perdiendo poco a poco con el distanciamiento y con la mascarilla.
Las terrazas de los bares de Miajadas atraen el turismo de interior, que este verano tendrá un gran auge. No es raro ver mesas con visitantes procedentes de pueblos vecinos que se han acercado a tomar algo ahora que se ha abierto la movilidad interprovincial, o incluso de Trujillo, parándose a tomar algo porque, simplemente, volvían de paso de un viaje porque les gusta el ambiente que han conocido en otras visitas anteriores.
Bar Cervantes
C.G.F.
La pastelería Vicente y El jardín de la galleta han podido mantener su actividad de puertas para dentro en lo que respecta a encargos y envíos a domicilio de tartas y dulces, pero ambos coinciden en que no tiene nada que ver con el respiro que han sentido una vez han podido abrir sus cafeterías.
María Isabel Cruz, una de las propietarias del bar Cervantes cuenta que esta situación al principio les pilló un poco de sorpresa pero, en vista de lo que estaba pasando, era lo más lógico que tuvieran que cerrar, porque están muy expuestos al público: «De primeras sentimos un poco de agobio porque no sabíamos tampoco qué iba a pasar o cuánto tiempo iba a durar. Sigues pagando facturas, tienes empleados y te da mucho apuro porque les quedas sin nada, de hecho hemos tenido que hacer ERTES a dos empleados. El autónomo se quedaba sin nada y al principio no nos daban respuestas, que era lo que asustaba. Son muchos años y tienes un pequeño colchón para intentar sobrevivir con lo que tienes, pero todo tiene un límite». Aunque reconoce que la gente está respondiendo bien: «No nos podemos quejar, volvimos a abrir el 18 de mayo, una semana más tarde de lo permitido, ya que esa semana hizo mal tiempo y sólo se podía abrir la terraza, así que mientras tanto hicimos limpieza. Nuestros clientes no nos han fallado, están respondiendo muy bien, mantienen su distancia y no hemos tenido ningún conflicto con ninguno».
Terraza de la Tapería-Cervecería Restaurante El Lagar
C.G.F.
Aunque los hosteleros perciben esa pequeña reticencia que aún queda en algunos vecinos, lo cierto es que, una vez se atreven a dar el paso y sentarse a disfrutar de una buena copa, pierden el miedo que pudieran tener en un principio. Ellos mismos reconocen que al principio les costó, de hecho la primera semana fueron pocos los que se atrevieron, pero a partir de la segunda semana las ganas pudieron con el temor.
En El Lagar agradecen tener mayor terreno para la terraza, ya que pueden disponer del mismo número de mesas que antes pero manteniendo la distancia de seguridad: «Yo pensaba que iba a tener más miedo la gente, pero están respondiendo muy bien, sí que es cierto que hay gente que aún prefiere quedarse en casa. Muchos clientes habituales han pasado alguna vez por aquí y se han parado un momento para decirnos que van a esperar un tiempo, pero que ya saldrán y volverán a la normalidad, aunque se está dando mejor de lo que se esperaba en un principio», explica uno de los trabajadores. Explica que es una gran tarea la de desinfectar las mesas y las sillas cada vez que se levantan los clientes, el gel hidroalcohólico,… pero al mismo tiempo afirma que tiene que ser así por seguridad de todos.
Bar Santiago
C.G.F.
Y es que la confianza y la sensación de seguridad es un factor que los clientes tienen en cuenta y necesitan comprobar. Saber que, si ellos dan el paso de ayudar a sus vecinos hosteleros, éstos van a responder ofreciéndoles todas las garantías de higiene, porque son muchos los clientes que observan y comprueban que cuando se levanta la mesa de al lado, los trabajadores desinfectan el mobiliario.
El dueño del bar Santiago reconoce que es un gran desahogo el poder disponer de más espacio de terraza, ya que con el buen tiempo la gente, que está respondiendo muy bien, prefiere tomar algo fuera del bar, y ven en la iniciativa de cortar las calles una gran ayuda a la hostelería teniendo en cuenta la situación actual.
Cafe-Bar Hamburguesería Marisol
C.G.F.
Marisol no es vecina de Miajadas, pero la situación actual le ha llevado a abrir su propio bar en la localidad. Son muchos los jóvenes, incluso de otras localidades vecinas, que han dado la bienvenida al Café-Bar Hamburguesería Marisol y acuden a su terraza a tomar algo mientras escuchan música comercial. La dueña del bar quería ofrecer a los jóvenes algo novedoso en el municipio, por lo que cuenta también con una carta de cachimbas, consumición permitida por las autoridades sanitarias siempre que sea una por persona y se aseguren las condiciones de higiene.
Es cierto que ahora los jóvenes son mayoría en las terrazas, las personas mayores aún lo llevan de otra forma y lo miran desde otra perspectiva, pero con su sonrisa y esas ganas de volver a la normalidad demuestran que todo es posible y que realmente todo puede salir bien, eso sí, con prudencia.
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